miércoles, julio 20, 2005

Frases Célebres


Solía preguntarme por qué algunas frases se hacen tan célebres. Al principio no le ve uno mucho sentido al asunto, después de todo son frases como cualquier otra. Entonces, por qué se hace famosa precisamente esa frase en lugar de otra que por sonoridad, elegancia, prestancia o simple simpatía nos parece mejor candidata a la inmortalidad?
Tras dedicarle cierta dosis de reflexión terminé concluyendo que la clave de la celebridad de una frase radica en su universalidad. Cuando un individuo se siente identificado con esa frase le es fácil recordarla y la repite con una naturalidad que hace creer a cualquiera que la acaba de inventar; porque al final termina siendo eso, que por encajar perfectamente en el supuesto, la gente se encariña de tal manera con la frase que la siente y la hace suya.
En este orden de ideas, mientras más individuos se sientan identificados con esa frase, tanto más público tendrá aplaudiéndola, con lo cual termina uno agradeciendo que la mayoría de esas frases sean de autoría anónima o terminaríamos arruinados por el pago de royalties.
Yo particularmente agradezco ese anonimato. Sería dolorosamente engorroso el tener que citar invocando autores, no sólo porque alimenta cierta imagen de arrogante intelectual, sino que además es el caldo de cultivo perfecto para una buena siesta interlocutoria durante conversaciones harto largas y escasamente informativas plagadas de personajes absolutamente desconocidos excepto por atribuírsele alguna de las frases que utilizamos al "echar el cuentico". De esa manera terminaría uno hablando con la sensación de estar leyendo un diccionario en voz alta. Aparte, sería muy dificil mantener la atención dedicada al contenido de la narración si se le va a uno la concentración en reflexiones sobre la exactitud de las citas. Por ejemplo, alguien nos cuenta sobre la desventura amorosa de un conocido común:
- Y después de haber discutido con ella y haber cortado el noviazgo, Jorge estaba llorando por los rincones. Como dijo Miguel de Unamuno: "Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde". Pero como ya era tarde para seguir...
Es ahí cuando uno se dispersa y lleva a cabo esta disertación mental:
- Uhmmmm... Fue Miguel de Unamuno quien dijo eso? no sería La Fontaine? no, no... ahora que recuerdo, La Fontaine fue el que dijo... o sí fue él? ya no recuerdo. Pero estoy segura que Unamuno no fue... oops! ya me perdí, qué fue lo que le pasó a Jorge????... mejor obvio esa parte de la historia para no dar impresión de no estar escuchando lo que me cuenta...
Terminaría uno sin enterarse de qué pasó con Jorge por el afán de verificar la fuente de tan trillada frase. Eso, por supuesto, sin dejar de lado que los "agregados" que le dan cierto toque costumbrista a las adaptaciones de algunas frases para acomodarlas al estilo del orador, terminarían generando sanciones penales por plagio.
En resumen, hay frases increiblemente universales, pero yo prefiero otras de menor expansión geográfica y demográfica, con mayor atractivo derivado de la inmensa cantidad de originalidad y chispa que poseen. Son precisamente estas frases las que hacen las delicias de los interlocutores, quienes se ven enormemente agradados por la "frescura" de algunos comentarios inesperados.
Supongo que es cuestión de estilos, pero visto que la idea de la conversación es la comunicación, creo que la originalidad es un excelente recurso para encantar de tal manera al interlocutor que la conversación le sea indeleble, o cuando menos, lo más recreativa posible. Ya elige cada quien la manera en que se expresará. Es como se dice: "A gusto del consumidor"... De quién será esa????

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