jueves, noviembre 16, 2006

Tomemos té



A veces pienso que la vida es como un gran tazón de té: fluye suave, cálida, aromática, relajante y se puede nadar en ella. En ocasiones algo fuerte, otras dulce (dependiendo de quien la prepare), pero siempre reconfortante.
La vida, al igual que una taza de té, sabe mejor cuando se comparte con alguien, cuando se toma a pequeños sorbos mientras se conversa plácidamente; y al igual que la vida, hay quienes lo prefieren caliente para entibiarse cuerpo y alma, o frío para refrescarse cuando el calor agobia.
Lo importante es procurar hacer de ese ritual del té, o de vivir, una experiencia placentera, enriquecedora y que deje siempre el deseo de saborear un sorbo más.
De esta manera, no importa si la taza es de la más fina porcelana china, de plata de ley, de cerámica o burdo aluminio. No importa si se toma con miel, con azúcar refinada, con rodajas de limón o con crema. Si se prepara con una tradicional ceremonia como en japón, con la parafernalia inglesa o al más informal estilo americano. Lo que realmente importará será que su sabor sea el de nuestra elección, que nos sea grato al paladar y, por encima de todo, que la compañía sea placentera.
Teniendo ésto en mente, qué mejor pregunta para hacerle a alguien que: "Te apetece que compartamos una taza de té?"