sábado, octubre 23, 2004

Ayer vi sonreir a una estrella



Ayer vi una estrella. Era una estrella pequeña, dorada, no demasiado brillante, sin muchas pretensiones. Estaba allí, pintada sobre la cartulina de una vieja caja de regalos, esperando a ser notada... o tal vez esperaba pasar desapercibida. No había nada especial en ella, era común, discreta y de formas regulares. Cinco picos, cinco brazos, cinco extremos... cinco deseos?
De pronto pensé que esa estrella ordinaria dibujada sobre una superficie plana sí podía ser especial. Sería especial en la medida en que significara algo para mi. Comencé a verla de manera distinta, con más interés. Me pregunté quién habría decidido dibujarla, quién pensó que ese tamaño era el adecuado para ella, quién eligió ese preciso tono de dorado para pintarla, quién hizo esa estrella. Y de pronto, cuando más hondas estaban mis cavilaciones, mientras mi mente divagaba con la vista fija sobre ella, esa estrella buena me sonrió. Una sonrisa deslumbrante, cómplice, de arcana sabiduría, una sonrisa de comprensión y picardía. Y durante breves instantes comprendí lo que ahora he olvidado.
Conservo la caja y con frecuencia la miro inquisitiva, esperando a que tal vez un día la buena estrella me sonría de nuevo...

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