martes, agosto 24, 2004

Lluvia, aquí te espero



De vez en cuando hace falta una tarde de lluvia. Una de esas tardes en que el cielo encapotado finalmente se desborda y da rienda suelta al caudal de agua que lava el aire. La mirada se pierde en el horizonte cubierto de neblina que disfraza la vista con un traje de irrealidad. La frescura del aire limpio y húmedo que poco a poco va adormeciéndonos los sentidos trae consigo el aroma de la tierra mojada; y el retumbar de truenos furiosos encabrita el silencio reverberando en cada fibra del cuerpo, llevando a cuestas el pensamiento vago de memorias reencontradas. Las gotas de lluvia van danzando sobre cristales, coquetas y esquivas a la mirada impertinente de quien quiere descifrar los secretos que de tierras lejanas alegremente narran. Nubes fértiles de agua, brisa preñada de aromas, trueno y lluvia, fuego y cristal, torrente de agujas suaves que van entretejiendo la realidad con la fantasía. Y así, mientras el agua continúa con paso apresurado y tenaz, se abandona la voluntad al argento hilo que hace vagar la conciencia hacia un mundo onírico de flores mojadas y charcos de espejo. Yo quiero una tarde de esas: tarde de lluvia, truenos, neblina, remembranzas y suspiros...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por la visita y por esas palabras.
Si dentro de esa transparencia y la imagen aparentemente no tan tridimensional se esconde otro universo del cual nosotros somos reflejo? muy trillado ¿verdad? y si esa imagen que se relfeja se muere de la envidia porque nosotros tenemos la vida que a ella no le fué dada? condenada por la eternidad a existir solo por nosotros? y si conspiran para arrebatarnos lo que tenemos y dejarnos ese destino de reflejos eternos de la vida de alguien más?