lunes, agosto 30, 2004

Evocación



Sentada allí con la vista lejana, extensa, pensando en ti. Sólo pensando, imaginándote y abandonándome a la experiencia de la invasión que de mis sentidos haces sin siquiera proponértelo. Esa intensidad con que mi cuerpo y mi alma responden a ti. Como un canto de sirena me atraes y me embriagas, obligándome a encallar en tu costa. Migración de sentidos, dulce embeleso, olvido exquisito de cuanto me rodea. Centro y periferia de cuanto pueda existir, la llama arde y no se extingue, secuestrando voracidad y delicadeza a un tiempo. Con maestría robo minutos al día… ineludible adicción a ti que me hace sucumbir una y otra vez sin que llegue a mí arrepentimiento alguno. Cálido manantial que brota de mi interior, luz cegadora, sombra fresca, brisa acariciante. Sagrado y profano, orden y caos, vertiginosa emoción que me paraliza. Un suspiro es una fragancia, un beso es un temblor. Giro sin control en la vorágine colmada de ti, gritando tu nombre en un susurro tan íntimo que muere en el confín de mis labios para renacer en mi corazón. Sueño esquivo que coquetea con mi realidad. Eres el perentorio e inalcanzable sueño que se desvanece al despertar. Quiero seguir soñando…

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