viernes, julio 23, 2004

No Instructions Included

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Las relaciones humanas son difíciles, de eso no hay duda. Apartando las características personales de cada quien y sus habilidades para comunicarse con el resto de los mortales, nadie puede negar que en ocasiones el asunto se complica.
He aquí una verdad indiscutible y absoluta: El relacionarse con las personas, por más que nos pese en el alma, no es una ciencia exacta. Así que corresponde al común de los humanos el ir dando tumbos y valerse del viejo esquema de "ensayo y error", lo cual resulta descorazonador, si tomamos en cuenta que todas las personas somos entes dinámicos y únicos. Lo que sirve para una persona, no camina con otra; e incluso, lo que funciona para una persona ahora, puede que en otra situación con esa misma persona no sea de mucha ayuda.
¿Qué nos queda?, nos queda el sentido común, la observación, el ponerse en el lugar del otro y, en última instancia, pero no de menor importancia, nos queda la intuición.
Conocer personas es toda una aventura. Algunas veces la experiencia es fascinante, otras es aterradora. La incertidumbre siempre estará presente, y nuestra actitud al enfrentar a los seres humanos definirá en buena medida nuestra relación con ellos.
No hay una fórmula matemática que funcione indefectiblemente, no hay procedimientos que aseguren ningún resultado. Pero ciertamente existen recetas para aderezar un poco la relación, en las que el respeto, la cordialidad, la solidaridad, la consideración y mucho buen humor son indispensables.
A lo largo de mi vida he aprendido que no existen algoritmos en las relaciones humanas. Demasiadas variantes que controlar impide establecer patrones inamovibles. Se aprende cada minuto, se acierta cada día y se yerra cada dos por tres. That's life! diría Frank Sinatra. Y aún con los riesgos y los tragos amargos, los momentos maravillosos, las sorpresas agradables y las memorias compartidas ciertamente hacen que valga la pena el poder decir: Venimos al mundo sin manual de instrucciones.

martes, julio 13, 2004

De Canciones...

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Es increible como una simple canción es capaz de pulsar en nosotros "botones" que disparan sensaciones, recuerdos, sentimientos, situaciones...
Lo más sorprendente de todo es como una misma canción puede sugerir algo distinto en cada quien. Para algunos una melodía en modo menor puede ser triste, melancólica. Para otros la misma melodía puede resultar sensual y evocadora.
A veces, al escuchar una de mis canciones favoritas, de esas que puedo repetir una y otra vez sin aburrirla, me pregunto qué estaría sintiendo su compositor al crearla, si sentiría exactamente lo mismo cada vez que la escucha o si lo que sintió y quiso transmitir va diluyéndose en el tiempo, como una tela que a fuerza de acariciarla se desgasta y pierde el diseño o la textura.
Me pregunto si al diluirse la imágen o el momento evocados en mi memoria seguiré apreciando la melodía con la misma intensidad, o si tal vez esa canción pase a ser una más sin significado oculto, sin nexo directo a mi alma.