jueves, noviembre 16, 2006

Tomemos té



A veces pienso que la vida es como un gran tazón de té: fluye suave, cálida, aromática, relajante y se puede nadar en ella. En ocasiones algo fuerte, otras dulce (dependiendo de quien la prepare), pero siempre reconfortante.
La vida, al igual que una taza de té, sabe mejor cuando se comparte con alguien, cuando se toma a pequeños sorbos mientras se conversa plácidamente; y al igual que la vida, hay quienes lo prefieren caliente para entibiarse cuerpo y alma, o frío para refrescarse cuando el calor agobia.
Lo importante es procurar hacer de ese ritual del té, o de vivir, una experiencia placentera, enriquecedora y que deje siempre el deseo de saborear un sorbo más.
De esta manera, no importa si la taza es de la más fina porcelana china, de plata de ley, de cerámica o burdo aluminio. No importa si se toma con miel, con azúcar refinada, con rodajas de limón o con crema. Si se prepara con una tradicional ceremonia como en japón, con la parafernalia inglesa o al más informal estilo americano. Lo que realmente importará será que su sabor sea el de nuestra elección, que nos sea grato al paladar y, por encima de todo, que la compañía sea placentera.
Teniendo ésto en mente, qué mejor pregunta para hacerle a alguien que: "Te apetece que compartamos una taza de té?"

lunes, octubre 16, 2006

Sweet Dreams!



Una vez tuve un sueño: soñé que caminabamos tomados de la mano. Hacía frío y nuestras manos estaban heladas, pero de alguna manera simplemente por estar juntos, no lo sentíamos. En las corrientes de aire me pegaba a ti buscando calor y tú me abrazabas, o tal vez el frío era sólo una excusa, porque el calor que me das no lo siento en las manos o en la espalda, sino en el corazón.
Otra vez soñé que te miraba... te miraba ir y venir, te miraba afanar, te miraba dormir, sentarte, comer; mi favorito era mirarte mirarme. Me encantó que me miraras así! y otra vez ese calorcito en el corazón...
Una tarde, durante la siesta soñé que te escuchaba. A veces reías, me hablabas, respirabas. Sabes qué es lo más curioso? también te escuchaba cuando callabas, porque era en esos momentos cuando más decías.
Aquella vez que me quedé dormida mientras viajaba, soñé que me acariciabas el cabello. Y se me eriza la piel al recordar que cada caricia se sentía como un te quiero dicho muy bajito y al oído.
Y cuando desperté la mañana del domingo pensando que era jueves, en mi prisa casi olvido tu aroma en mis sueños y lo bien que sabían tus labios, y lo tiernas y tibias que eran tus manos cuando acariciaban mi piel. Pero después de todo era domingo, así que pude tumbarme de nuevo para recordarlo todo y nunca dejarlo ir.
Ya es hora de dormir. El hada de los sueños me espera para que le dé un poco de la magia que hay en los míos, pero yo no quiero compartirla. Shhhhhh! no le digamos que mi magia eres tú...