viernes, enero 07, 2005

Que Vivan los Niños



A veces extraño esa capacidad que tienen los niños de creer que se hacen invisibles al mundo con sólo cerrar los ojos. No sería maravilloso el poder seguir convencido de la existencia de la magia como parte integrante de este mundo material? Envidio como disfrutan de las cosas más sencillas de la vida como tenderse al sol, o girar y girar con los brazos abiertos mientras sueñan que vuelan. Me conmueve la naturalidad con la que entregan sus afectos sin más requisito previo que una sonrisa honesta, y lo confiados que se muestran ante la vida sin conciencia alguna del peligro, dispuestos a asumir riesgos sólo por la posibilidad de explorar lo desconocido. Me derrite el corazón la carita de ilusión de un niño poniendo su diente de leche bajo la almohada, su ansiedad por dormirse pronto y su sorpresa y regocijo porque después de todo el Hada de los Dientes pudo encontrarlo. Lo que más extraño de mi infancia es la magia que envuelve las cosas más simples: los colores son más brillantes, los aromas más embriagadores, las experiencias más intensas, los sueños más fantásticos y sin embargo, más al alcance de la mano que nunca. Las plegarias de un niño son las más fervorosas. Yo también elevo mi plegaria: Que vivan los niños! Que vivan todos los niños!!! Pero más que nada... que una niña viva por siempre en mi.